Autor: LOS HERMANOS GRIMM
Era día domingo. El sol brillaba y la gente iba a oír misa.
El amigo erizo se sentía feliz, y mientras su mujer vestía a sus hijos quiso
pasear por el huerto y ver cómo iban sus coles.
De pronto le salió al paso la liebre, que examinaba sus
zanahorias.
El erizo la saludó, pero la liebre le dijo con arrogancia:
- ¿de paseo? ¿No podrías usar tus piernas en otra cosa?
Tal comentario indignó al erizo, que no toleraba las
burlas sobre sus piernas, pues era patizambo por naturaleza.
- ¿Acaso crees -replicó el erizo -que las tuyas son
mejores?
- Estoy seguro de eso-dijo la liebre.
-Te apuesto – retó el erizo – a que te gano una carrera.
- ¡Con tus piernas torcidas!, -dijo la liebre - ¿Qué apostamos?
- Una moneda de oro y una botella de refresco – propuesto
el erizo -. pero antes debo ir a casa; volveré en media hora.
“La liebre confía en sus largas piernas -pensó el erizo-
pero yo le daré su merecido”. Ya en casa, le dijo a su mujer:
-He apostado con la liebre una moneda de oro y una
botella de refresco; haremos una carrera y necesito que estés presente.
- ¡Tonto ¡-gritó la mujer del erizo -. ¿Piensas ganarle a
una liebre?
- ¡Calla mujer ¡-dijo el erizo-. No te metas en cosas de
hombres.
-Óyeme -dijo el erizo a su mujer, camino al gran evento-,
en ese sembrío será la carrera .la liebre ira por un surco y yo por el otro. Se
inicia desde arriba. Lo único que harás es quedarte aquí abajo y cuando la liebre
llegue, le dices: “¡ya estoy aquí ¡”.
El erizo dejó a su mujer y se fue al punto de inicio. Cada
uno se colocó en un surco. La liebre contó tres y salió disparada.
El erizo apenas si se movió. Cuando la liebre llegó abajo
como un bólido, la mujer del erizo le gritó: “¡ya estoy aquí!”.
Y la liebre se quedó perpleja. Y así termino el erizo
gano todo el permiso y estuvieron muy felices.
Aquí esta el enlace: La liebre y el erizo
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