Autor:
Mark Twain
Adaptado
por: Gaby Quispe Jurado
Tom
Canty era un niño muy humilde, pero honrado. Ayudaba a sus padres trabajando en
mil oficios, en el centro de Londres. Tenía apenas 14 años y nunca había
conocido juguetes para alegrar sus días. El príncipe de Gales, Eduardo Tudor –
hijo del rey Enrique VIII y heredero de la corona de Inglaterra – tenía la
misma edad y no era más feliz que Tom; pese a estar rodeado de los juguetes más
caros del mundo.
Una
tarde, en su caminar cotidiano, Tom llego hasta las rejas del castillo.
Admiraba sus interiores y a la guardia real que, como los soldaditos de plomo,
realizaba su desfile vespertino.
De
pronto, un escolta lo trato groseramente: “¡vete de aquí, truhan, que estás
dando mal aspecto!”. Tom bajo la cabeza y ya se iba, cuando una voz lo detuvo:
“¡No, niño, no te vayas, te invito a pasar a mi castillo!". El escolta lo
miro furioso, pero tuvo que obedecer al príncipe de Gales. Jugaron toda la
tarde; pero cuando oscureció, Tom le dijo que debía marcharse.
El
príncipe entristeció. Veía tan feliz a su amigo, pese su pobreza, que no dudo
en decirle que lo envidiaba. De pronto, el rostro de Eduardo se ilumino:
“¡Cambiemos
de personalidad por unos días, somos tan parecidos que nadie lo notara!”, ¿Qué
dices?”.
A
Tom le pareció un absurdo, pero le atrajo la travesura. Cambiaron de ropaje y
el príncipe salió del castillo en medio de la noche. Fueron días felices. Tom
lo devoraba toda su comida, alegrándose mucho el rey, acostumbrado a ver “a su
hijo” flaco, desganado y casi siempre enfermizo. Leía mucho, llegando a dar
consejos de guerra a su padre, con resultados victoriosos.
Eduardo,
por su parte, aprendió a trabajar y a valorar el esfuerzo de la gente. Pero una
tarde descubrieron a Tom; el rey enfermo gravemente y sus enemigos decidieron
tomar el poder si el verdadero príncipe no aparecía hasta determinada hora.
El
escolta tomo prisionero a Tom, amenazando con matarlo si no aparecía el
príncipe. La noticia llego a Eduardo, quien aviso a la familia de su amigo que
él era el verdadero príncipe, pero no le creyeron.
Tom pudo liberarse de sus cadenas, logrando evitar que proclamasen
al nuevo rey; pero lo atraparon de nuevo y cuando ya iban a coronar al vil
traidor, Eduardo que había convencido a los humildes – ingreso al castillo con
un ejército de campesinos, evitando la traición y arrestando a los culpables.
Coronaron así al verdadero príncipe, quien ya como rey nombro a
Tom Canty caballero ilustre, y fueron muy felices.
Fin
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